Atrás Cambiando el protagonista de la historia: Hablamos de dragones por San Jorge

Cambiando el protagonista de la historia: Hablamos de dragones por San Jorge

La leyenda de San Jorge es bien conocida por la mayoría de gente de Cataluña. Dice que tras una feroz batalla entre el caballero y el dragón, la bestia fue herida por el hierro afilado y que del goteo de sangre que llegaba a tierra nació un rosal que florecía profusamente cada abril.

Pero, ¿qué sabemos de esta bestia mitológica, el dragón, en la actualidad? Desde el IBE, además de desearos un feliz día de San Jorge, queremos repasar la historia de esta fiera y los animales que pudieron inspirar su origen.

23.04.2021

 

Lo primero que hay que tener en cuenta sobre el dragón de San Jorge es que forma parte del imaginario colectivo occidental, con una imagen muy diferente de lo que entienden por “dragón” en países como China, Japón o Tailandia. Dentro de la cultura oriental, esta criatura tiene un carácter benevolente y representa la fortuna, siendo el ser que lleva las lluvias que permiten los cultivos y la prosperidad de los territorios. En cambio, la visión europea de los dragones siempre ha tenido connotaciones negativas, siendo bestias feroces que solían proteger castillos o grandes tesoros. Esta dicotomía en la percepción de los dragones nos lleva a pensar que tienen orígenes tradicionalmente diferentes y muy vinculados a la corriente de pensamiento de cada región.

Xavier Bellés, investigador principal del IBE en el grupo de investigación sobre Evolución de la metamorfosis de los insectos, adaptó en 2010 la obra del bestiario catalán y nos habla sobre el origen de estas bestias legendarias y las diferencias culturales según la región. “Los dragones de los bestiarios se remontan a una obra griega, de entre los siglos II y IV, llamada Physiologus y se consideran animales reales prácticamente hasta el siglo XV. Incluso algunas enciclopedias animales renacentistas los mencionan, aunque poniéndolos en duda” relata. Por lo que respecta al rigor científico de aquellas obras, “no aportaban ninguna prueba de la existencia de los dragones ni les preocupaba. Se atrevían a decir que lo importante era la lección moral que transmitían, pero que la autenticidad del animal y su historia era irrelevante”.

Los dragones de los bestiarios se remontan a una obra griega de entre los siglos II y IV y se consideran animales reales prácticamente hasta el siglo XV

Según Xavier Bellés, la divergencia conceptual tan grande que existe entre estas fieras en las diferentes partes del mundo depende totalmente de la mitología y el folklore de cada cultura. “La diferencia radica en el origen del mito en cada lugar; si el dragón es considerado benéfico en su concepción, acabará siéndolo en todas las leyendas que se deriven posteriormente”, concluye.

Desde el punto de vista morfológico, es evidente que también encontramos muchas diferencias entre los dragones orientales y los occidentales. Mientas en oriente se los representa con un aspecto alargado y son una quimera formada por diferentes partes de animales (cabeza de león, cuernos de ciervo, cola de serpiente, escamas de pez, etc.), en occidente son más bien una especie de salamanquesa alada que escupe fuego por la boca. Estas características fueron moduladas por nuestra cultura durante la Edad Media, adquiriendo la capacidad de volar y lanzar fuego en el siglo V y convirtiéndose en tetrápodos con alas membranosas (tipo murciélago) en el siglo XIII.

Los dragones occidentales son diferentes a los orientales tanto a nivel de morfología como de simbología, estando condicionados al origen del mito en cada región

Pero tampoco eran iguales todos los dragones occidentales. “En los bestiarios catalanes también aparecía el guiverno, una serpiente de grandes dimensiones que se reproducía de una forma muy curiosa. El macho ponía su cabeza dentro de la de la hembra para fertilizarla, y ésta lo decapitaba de un mordisco. Posteriormente, las crías salían del guiverno madre perforándole la barriga. Alberto el Grande, un filósofo del siglo XIII, decía que no era raro que los dragones fueran tan difíciles de ver, ya que con este sistema reproductivo debían estar cercanos a la extinción” explica Bellés entre risas.

En el grupo de investigación de Sistemática, biogeografía y evolución de los réptiles y anfibios del IBE, liderado por el director del centro Salvador Carranza, nos explican las similitudes de estos seres mitológicos con algunos animales actuales.

“Podrían compararse con muchas especies diferentes. Mientras los orientales tienen similitudes con algunas serpientes, anfisbenios (un grupo de lagartijas ápodas) o el lución, los occidentales tendrían más semejanzas con los lagartos voladores del género Draco o el conocido dragón de Komodo (Varanus komodoensis)”, comenta Gabriel Mochales, investigador pre doctoral. “Un caso curioso es el del proteo (Proteus anguinus), añade Adrián Talavera, investigador pre doctoral “la Caixa”, “una especie de salamandra de las cuevas cársticas de Eslovenia que, cuando fue observada durante la Edad Media, se decía que era la cría de los dragones que se escondían en las cuevas”.

El equipo de Carranza nos cuenta que, aunque muchas leyendas de dragones surgieron a partir de descubrimientos paleontológicos de grandes mamíferos y reptiles extintos, estas se basaban en el desconocimiento que se tenía de esta ciencia en la antigüedad. “Los grandes fósiles no se interpretaban bien en aquel momento. Por ejemplo, en algunas islas griegas se encontraron restos de elefantes enanos que se dijeron que eran de cíclopes pensando que el vacío dónde iba la trompa era dónde se situaba el único ojo” relata Talavera.

“De lo que se ha encontrado hasta ahora en el registro fósil, los reptiles alados más grandes eran los extintos pterosaurios del género Quetzalcoatlus, que medían unos 10 metros y pesaban casi 200 kilos, pero fueron descubiertos centenares de años después del origen de estas leyendas”, nos detalla el investigador pre doctoral Bernat Burriel.

Pero ¿sería posible que los dragones - o más bien, los animales reales que más se hubieran parecido - vivieran en la actualidad? La investigación avanza con pasos agigantados y a día de hoy, algunos grupos de investigación ya se plantean la des-extinción de especies, como el equipo del investigador del IBE Carles Lalueza-Fox. En el caso de los dragones, sus parientes reales más próximos habrían sufrido cambios en los genes HOX del desarrollo embrionario para que fueran tetrápodos, pero con otro par de extremidades en forma de alas. Aun así, haría falta plantearse qué sentido tiene recuperar un gran depredador de estas características a día de hoy.

“Si la protección y reintroducción del lobo o el oso ya han generado controversia en muchas regiones, cuesta imaginar qué pasaría con los dragones, pues estos depredadores fantásticos y gigantes deberían alimentarse diariamente de una cantidad ingente de herbívoros”, comenta Burriel.

Para que los parientes reales más cercanos a los dragones vivieran en la actualidad, deberían de haber sufrido cambios en los genes HOX del desarrollo embrionario

Además, su gran tamaño difícilmente les permitiría volar. Para que pudieran hacerlo activamente, los huesos de los dragones deberían ser muy poco densos y, si esto pasara, el esqueleto no aguantaría el peso del animal y colapsaría. Por tanto, su única posibilidad de supervivencia sería que fueran animales marinos y no pudieran volar.

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